Imagínate que te dijeran el dia exacto en el que vas a encontrar a tu pareja perfecta, a tu auténtica media naranja. Eso es lo que propone Jac Schaeffer en la película TIMER. Al igual que multitud de empresas que actualmente te buscan pareja, la empresaTIMER te implanta una pulsera en la que una cuenta regresiva te enseña cuánto te queda para conocer a tu verdadero amor. Nuestra protagonista, Oona, interpretada por Emma Caulfield (Buffy, Beverly Hills 90210) es una casi-treintañera que vive con la angustia de que su pulsera no marca ninguna fecha. ¿Significa eso que no encontrará la pareja perfecta, o que él no se la ha puesto aún?
En busca del amor real, nuestra querida enamoradiza conocerá a varios personajes que tienen su concepto de amor, destacando entre todos el papel de su hermanastra, Steph, interpretado por Michelle Borth (ojo a esta chica), un personaje también desengañado, pues su pulsera le marcó (desde los 14 años) que encontraría su pareja a los 40 y pico... Sabiendo su futuro, se dedica a vivir su vida, aprovechando las ocasiones que se le presentan para tener sexo fácil y rápido, sin remordimientos.
En fin, que cada personaje de la película aporta su visión sobre un tema tan universal como complejo. A pesar de ser una comedia romántica, acaba dejando un regusto agridulce en el que puedes paladear algo tan intangible como que el conocimiento no es lo mismo que el reconocimiento.
En busca del amor real, nuestra querida enamoradiza conocerá a varios personajes que tienen su concepto de amor, destacando entre todos el papel de su hermanastra, Steph, interpretado por Michelle Borth (ojo a esta chica), un personaje también desengañado, pues su pulsera le marcó (desde los 14 años) que encontraría su pareja a los 40 y pico... Sabiendo su futuro, se dedica a vivir su vida, aprovechando las ocasiones que se le presentan para tener sexo fácil y rápido, sin remordimientos.
En fin, que cada personaje de la película aporta su visión sobre un tema tan universal como complejo. A pesar de ser una comedia romántica, acaba dejando un regusto agridulce en el que puedes paladear algo tan intangible como que el conocimiento no es lo mismo que el reconocimiento.
En la foto, la directora Jac Schaeffer presentando su película en el Festival de Sitges
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